Otro viernes para refugiarme bajo las sábanas, la tarde pacífica en una ciudad que hoy se vacía de paranoia, nervios y estrés, comienzan las vacaciones y de la calle sólo llega la risa de un niño que juega con su padre. La casa se llena de sol y yo no hago más que ponerme el pijama, preparar papas con limón y salsa y subir el volumen de la canción que brota del ordenador.
La verdad es que le ando dando espacio a la vida, porque estamos en planes de reconciliación.
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