lunes, 24 de junio de 2013

La ciudad en los edificios modernos

Es verano y llueve.

 La ciudad se humedece las tardes de junio, se emociona mostrando tonalidades que van del azul al gris, provocando rostros desencajados en quienes quieren llevar sandalias, huaraches y minifaldas, mientras el clima los obliga a usar abrigos, botas y sombrillas.

Se burla de ellos la estación que promete días soleados para los vacacionistas, entregando lluvias torrenciales que nos obligan a correr del techo a la puerta, del metro a la tienda; pero cuando todo es calma… Puedo observar a las nubes demostrando sus habilidades escénicas, imitando cualquier forma (ideada por mi), luciéndose ante un público que pocas veces se toma el tiempo de admirarlas.

 Subir el volumen y caminar…

Aprovechar las banquetas mojadas con charcos aquí…. allá, pisar y escuchar el ruido de las botas al chocar con el agua, al levantarla.
Sonreír porque me gusta lo que en mis oídos suena, porque es martes, porque voy a casa, porque llueve, por que tal vez estés ahí…porque sí.

En el camino se atraviesan enormes construcciones y debo confesar que me parece muy bella la tendencia, de usar para vestir (mostrar) el cielo, las calles, los autos... Me gusta que se refleje la ciudad, en los edificios modernos; en realidad me gustan los reflejos.

Es junio, The National estrena disco, el clima esta vuelto loco… llueve por las noches, a veces por la mañana y el sábado llovió todo el día.

Es verano y mientras ideo para mi vida un plan, disfruto del aroma a mojado, la ausencia de calor, las faldas con vuelos, los bailes sobre la cama y verme (algunas tardes) en tus ojos reflejada.


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