Nunca encontré las palabras apropiadas para decirte que fuiste el momento más feliz de mi vida...
Necesito que sepas que te quiero, que te he querido con los ojos, con la boca, con los codos, con el cuello… con el alma; que me llevo para siempre, el primero de tus besos y las maravillosas sonrisas compartidas.
Estoy segura que encontrarte nos convirtió en la más hermosa casualidad a mis casi 30 años, que jugamos con el destino para alargar nuestra felicidad (desde el día 01 reconocida como finita); y es que yo no sé cuántas oportunidades le da la vida a una para conseguir mezclarse con un igual, pero sé que fueron 948 días de juntar pecho contra pecho y encajar corazón, de sentirlo todo y aprender a sincronizarnos en aquel universo paralelo construido para nosotros, entre 4 paredes blancas y un raso colchón.
Apostaste por un corazón que creí oxidado y ganaste cuando tus miradas lo hicieron latir, cuando construiste en mi rostro una sonrisa con aquellos juegos en los soliamos ser un entero, comenzando por besos y terminando por calambres en los pies; cuando viviste el ahora, cuando soñaste y me incluiste, cuando despertaste a mi lado, cuando disfrutaste raros conciertos, cuando cantaste, contaste secretos y me permitiste aceptar que podíamos convertirnos en el mejor experimento jamás creado; cuando aseguro que durante 948 días de mi vida me permití un gran acierto, porque a tu lado mi vida fue más vida.
Ahora concluye todo y desbaratamos el universo paralelo, porque no se puede engañar por siempre a la realidad; porque tu vida te reclama y tu futuro se construye con aquella que no soy yo.
Si la vida lo permite y nos volvemos a ver, te prometo que esa vez... te fabrico un universo entero.
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