Después de esta frase sólo se puede imaginar una cita, sin embargo no es más que un casual
y constante encuentro. Ahí viene el, con sus ojos tímidos y su casi sonrisa,
aquí voy yo mordiéndome, de nervios, el labio inferior… un saludo cualquiera,
una plática insignificante y algo de sexo, que no consigue dejarnos satisfechos.
Aquí vamos a tomar caminos distintos, para después
repetir ese encuentro.
Mismas causas, mismos efectos… y repetir.
Ya instalados en el círculo, no queda más que seguir dando
vueltas.
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