Dejando el alma bajo las sábanas me dirijo a la ducha, aun dormida, siento caer el agua casi fría, casi caliente, sobre mi cuerpo.
A las 6:00 a.m. regreso a la cama, donde tú aun duermes, y me quedo con las ganas de decirte lo fantástico que eres. Te beso la mejilla y con la sábana y ternura cubro el resto de tu cuerpo, para que puedas seguir durmiendo.
Cuando ya estoy en la puerta te escucho murmurando: -¡Buen día, guapa!-, cierro la puerta y empiezo a cantar... tú sigues siendo aquel que puede hacer mis días felices.
...aunque no te encuentre, al volver.
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