Saludaste amablemente, me contaste tus últimas aventuras laborales y me recomendaste lo que tú llamaste: maravillosos descubrimientos musicales. Agradecida contigo, pero sobretodo con la internet, anote casi todos los nombres que mencionaste, la mayoría me gustaron y ya suenan en mis oídos casi a diario.
Tres o cuatro minutos después, me despedí deseándote bonito día, como siempre.
Tú sólo contestaste, -Es tiempo de vernos y contarnos todo eso que no hemos hecho, de bailar esas canciones que no hemos escuchado, es tiempo de armar el futuro basándonos en repetir el pasado, ¿Por qué lo pasábamos bien, no crees?
Colgué... segundos después cayó al suelo el último pedazo que quedaba de paleta de limón, el condenado calor me gano.
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