Se
siente diferente el aire aquí en la ciudad de los edificios altos y los pájaros
dormidos, en la que me descubro recorriendo calles grises por las mañanas,
con pasos apresurados persiguiendo la esperanza, de la cual el tráfico
infinito me aleja todos los días; es entonces cuando a mis gastados zapatos nos les
queda más que gritar que no aguantan dos pasos más.
Sumergida
en el ruido y el movimiento constante… me
rindo y fluyo porque ya no quedan fuerzas para resistirse.
La ciudad
sigue marchando y yo sólo ando buscando una cama para seguir soñando.
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