El coraje al descubrirme rechazada, aniquila por completo la poca confianza que en mi quedaba.
Me sorprende y no me queda más que dejar la soberbia para otro día y guardarme las lágrimas mientras me río ante la estrategia del que parecía apreciarme, que hoy me deja con las manos vacías, y tendida en el colchón… sin compañía.
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