Tus
manos, siempre tímidas, me fueron desprendiendo de todo lo que traía puesto,
mis labios repetían tu nombre hasta que se encontraron con tu cuello, y lo
besaron, al igual que tu espalda, tus brazos, tus piernas tus labios… hasta
perder el pudor, una y otra vez, en el colchón.
Fue una
noche con olor a hierba, sin frío, refugiados bajo las sábanas, amenizada por
un par de cervezas, poco tabaco y algo de marihuana.
Fue la
magia del martes, del 2008 y las drogas blandas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario